viernes, 3 de junio de 2011

ESTRATEGIAS DE MEDIACION EN PROBLEMAS INTRAPERSONALES EN LA POBLACION ESTUDIANTIL

     Para hablar de los problemas intrapersonales en la población estudiantil en el nivel de secundaria, es necesario definir qué se entiende por problemas intrapersonales y en consecuencia cuáles son las características más resaltantes del estudiante en la etapa de secundaria, a saber, la adolescencia.

     Según Callista Roy (1984) se entiende por conflictos intrapersonales al conjunto de creencias y sentimientos negativos que se tienen respecto de uno mismo en un momento dado. Esta formado a partir de percepciones, particularmente de reacciones ajenas, y dirige el comportamiento de la persona. Sus componentes tienen que ver con las sensaciones y la imagen corporal, la identidad personal, constituida por la coherencia con uno mismo, el propio ideal o expectativa, y la identidad moral y ética.

     Robert E. Quinn (2005), afirma que los problemas intrapersonales surgen por diversos motivos, con frecuencia se debe a la falta de valores, en las aptitudes, en las creencias en las necesidades y las percepciones.  En tal sentido se puede establecer que los problemas internos son en su mayoría la raíz de los  problemas interpersonales del individuo.

     Los conflictos intrapersonales se hacen más agudos en la etapa de la adolescencia por ser esta un período de transición en donde el ser humano pasa por un dilatado y paulatino proceso de adaptación. La palabra adolescencia proviene del latín adolescere que significa: criarse, ir creciendo, madurar, precisamente aduciendo a los cambios corporales, intelectuales, afectivos y sociales por los que atraviesa el ser humano, desde una etapa muy temprana, entre los 11 – 12 años, hasta los 18 – 20 años aproximadamente.

     Es importante señalar que el adolescente no es ajeno al niño que fue, y sí un precedente del adulto que será, por lo tanto, estos son algunos de los rasgos que se han considerado definitorios de esta edad: actitud crítica exacerbada; inestabilidad emocional; rechazo de la autoridad, familia, normas y valores tradicionales; inseguridad; prepotencia; vitalidad; falta de control; idealismo; contradicción; empatía con el grupo, etc. Estos cambios interactúan entre sí condicionándose y actuando, a su vez, de modo peculiar en cada individuo, así como el entorno familiar, social y educativo que lo rodea. Se interpreta de modo diferente dependiendo del contexto concreto en que estos ocurren, y de otras variables propias del adolescente como el género, la clase social o la cultura de pertenencia.

     Según García Madruga y Corral (1997), el adolescente se caracteriza por su capacidad de abstracción, de pensar en lo posible y alejarse de la realidad concreta, de sustituir los objetos por enunciados verbales y de combinar variables en la búsqueda de solución a un problema; esto es lo que Piaget denominó pensamiento operativo formal en sus dos fases: Inicial (estadio formal incipiente, que surge alrededor de los 11-12 años) y Consolidada (estadio formal avanzado, que surge alrededor de los 15-16 años)

     El adolescente a lo largo de su desarrollo, dispone de reglas cada vez más potentes para resolver problemas; planifica sus acciones, imagina las posibles soluciones y elabora sus conclusiones. Dotado de estos instrumentos de razonamiento (hipotético-deductivo/científico) es capaz de tomar distancia de la realidad que lo rodea y pone en marcha sus capacidades críticas; de este desarrollo cognitivo puede derivar una actitud egocéntrica que lo lleva a creer en la omnipotencia de sus pensamientos y a confiar en que las revoluciones se hacen realidad con solo reflexionar sobre ellas. Pero lo importante de esto es que los adolescentes comienzan a tomar conciencia del mundo social que lo rodea y avanzan en el conocimiento de sí mismos y de las relaciones interpersonales.

     Tomando en consideración todos estos aspectos, se puede afirmar que, el adolescente, además de lidiar con los cambios internos de tipo biológico y cognitivo debe compaginarlos con las relaciones sociales. Si no consigue formar un concepto de sí mismo y adaptarse en el medio que vive, puede aparecer en él, lo que definiremos como “crisis de identidad” que tiene como posibles consecuencias el aislamiento, la incapacidad para planificar el futuro, la escasa concentración en el estudio y la adopción de papeles negativos por simple oposición a la autoridad. En algunos casos, esta imagen distorsionada de sí mismos y de la situación puede dar lugar a trastornos depresivos ansiosos o de la alimentación (anorexia, bulimia) que suelen ser patologías más frecuentes en estas edades.

     Por tanto, es incumbencia de la sociedad, y en especial de las instituciones educativas secundarias, tomar un papel activo de orientación y ayuda hacia los jóvenes adolescente, por ser esta la población que en potencia serán los futuros líderes y ciudadanos de las comunidades en que viven.

     A continuación se presentaran estrategias de mediación para proveer ayuda al adolescente en el aspecto intrapersonal, ya que su desarrollo depende del logro de un concepto de sí mismo coherente que el joven forme durante esta etapa.

     Propuesta de estrategias de mediación.

     Es importante hacer notar que los siguientes pasos no son una formula mágica para la solución de problemas, pero si una herramienta muy útil que todo orientador, educador o padre debe tomar en consideración para ayudar a jóvenes conflictivos.

  1. Rapport:  Proviene  del  francés  y  significa  “relación”.   Este  término es utilizado por los psicólogos para referirse a una mejor participación recíproca entre una persona o un grupo. En el caso concreto el Rapport, como paso de mediación para la solución de problemas, tiene que ver con la técnica “rompe-hielo”. Es necesario antes de comenzar una terapia o conversación con un joven adolescente, saber llegar con una técnica de acercamiento que propicie una mejor relación. Según Urbano y Yuni (2006) el Rapport significa atravesar “las fachadas” del entrevistado e ingresar en su acontecer interno, sin que éste manifieste resistencia.

     Entre las estrategias se puede sugerir un contacto físico, un toque con la mano en el hombro o en el brazo e incluso si la situación lo amerita un abrazo o beso en la mejilla de manera amigable, se debe ser precavido cuando el conflicto que atraviesa el joven es de tipo sexual o abuso físico. Otra recomendación sería imitar de manera inadvertida la actitud del joven o algo más clásico, realizar un test de acuerdo a la situación. Evitar la familiaridad o entradas muy directas al problema, ya que esto tiende a cerrar al joven en sí mismo.

  1. Empatía:  Es  la  identificación   mental   y   afectiva  de  una persona con el estado de ánimo de otra, también es la capacidad cognitiva de sentir, en un contexto común, lo que un individuo diferente puede sentir. Para desarrollar una eficaz conexión entre el joven y el orientador es imprescindible que el orientador se sienta identificado con el joven en cuestión; esta actitud no puede ser fingida, se requiere por tanto, vocación y calidad humana en esta relación.

     Ser empático es ponerse en los zapatos del otro y hacérselo sentir a la otra persona, pero se recomienda no utilizar frases como “te entiendo”, “pase por lo mismo”, ya que se debe poner en primer plano al afectado para propiciar que abra sus sentimientos; en cambio se recomienda usar frases como “es difícil”, “es duro por lo que has pasado o estas pasando”, “debe ser fuerte tu situación”, entre otros. A veces una pausa silenciosa ayuda a mostrar empatía en una situación de muerte, por ejemplo.

  1. Escuchar: Según  María  Munné  y Pilar Mac-Cragh (2006) el mediador debe utilizar la escucha activa con atención, sin agregar información, ni interrogar, esto facilitará un trabajo de síntesis y rescatar los puntos que permiten hacer comprensible el conflicto. Muchas veces el orientador comete el error de interrogar o dar muchos consejos, cuando la mejor manera de resolverlos, en primera instancia, es escuchando. La escucha activa implica esforzarse para entender lo que la otra persona quiere comunicarnos, sin valorar, ni juzgar, ni aconsejar. Observando el lenguaje no verbal, haciendo preguntas abiertas que permita a quien habla expresarse más, de esta manera se conseguirá saber la raíz del problema.

  1. Romper   esquemas   o   paradigmas:  Una   vez   que   se  ha escuchado lo suficiente del problema, se recurre a un intercambio de ideas, es aquí donde la habilidad del orientador debe ser afinada. En mucho de los casos, los jóvenes en conflictos, vienen con esquemas de vida ya determinados, en las que expresan frase tales como: “nadie, todos, nunca”. Ejemplo: “nadie me quiere”, “todos me odian”, “nunca lo haré”. Es importante que el orientador desmonte estas ideas, llevándolas a su mínima expresión, ya que estas frases esconden la raíz del verdadero problema.
    
     Se sugiere llevar al joven a reflexionar sobre estas frases, ejemplo, cuando dice “todos me odian”, preguntarle si realmente todos lo odian, si el vecino, el amigo o el mismo orientador lo odian, de esta manera reducirá la amplitud del problema hasta llegar, quizá,  a una sola persona y lograr empezar la terapia de sanación.

  1. Identificar  la  raíz  del  problema: Este paso no es tarea fácil, mucho de los jóvenes en conflictos tienden a irse a las ramas de manera inconsciente, es decir, no reflejan realmente el problema si no que se quejan de las consecuencias de los mismos o se van por situaciones paralelas que agudizan el conflicto, más no es el conflicto en si. Es tarea del orientador ir descubriendo qué realmente está ocasionando el malestar e identificarlo. Es necesario resaltar que el  problema es algo interno: conceptos equivocados, prejuicios, inmadurez, egoísmo. El caso no es atacar a la persona, sino a la raíz del conflicto o problema.

  1. Estrategias  de  solución: De acuerdo al caso se debe recurrir a estrategias adecuadas al problema. Cuando se trata de traumas, abusos físicos o sexuales, se recomienda iniciar una terapia de sanación de los recuerdos, a saber: escribir una carta de desahogo, bien sea al ofensor o a la situación, esto no significa que será entregada a alguien en particular a menos que así lo decida el joven en conflicto. Seguidamente el joven debe lograr la etapa del perdón, primero hacia sí mismo y luego a la o las personas que él considera fueron sus ofensores.

     Perdonar en este caso no significa olvidar, sino que cada vez que piense en el problema o la agresión, esta no duela o provoque sentimientos de odio, venganza o resentimiento, que a la final solo daña a la persona que lo sufre, y por último, luego de haber alcanzado el grado de comprensión hacia la situación que vive y en la medida de lo posible, confrontar el problema.

     Al respecto Doula Nicolson y Harry Ayers (2002) afirman que el afrontamiento de traumas debe llevarse a cabo, el objetivo consiste en integrar el trauma en el ego porque, en la medida que cada esfuerzo tenga éxito, la autoestima del adolescente se eleva.

     Por otro lado, cuando los conflictos son de origen internos, es recomendable orientar al joven sobre la necesidad de atacar al problema y no a la persona, es decir, no a la violencia tanto física como verbal, bien sea de aislamiento, autodestrucción o agresiones hacia otros.
     Referencias bibliográficas.

-          Aplicación del modelo de adaptación en el ciclo vital humano. Varios autores. Universidad de la sabana.
-          Urbano Claudio, Yuni José 2006. Técnicas para investigar. Editorial Brujas, Argentina.
-          Enciclopedia de pedagogía. 2002. Varios autores. Editorial Espasa. España.
-          Munné María, Mac-Cragh 2006. Los 10 principios de la cultura de mediación. Editorial Grao.
-          Nicolson Doula, Ayers Harry 2002. Problemas de la adolescencia. Ediciones Narcea.
-          Quinn Robert E. 2005. Maestría en la gestión de organizaciones. Ediciones Díaz de santos.
Licda. Miriam A. Ferrer B.
Universidad Pedagógica Experimental Libertador (IMPM)Maracaibo

RELACIÓN DEL USO DE LAS TIC CON LA PRAXIS PEDAGÓGICA DEL DOCENTE DE AULA


En la actualidad, los constantes cambios científicos, políticos, económicos y tecnológicos; han llegado a todas las instancias de la sociedad venezolana, incluyendo al sistema educativo. En tal sentido, se vienen implementando acciones tendientes a fortalecer el capital humano a través de su formación profesional en uno de los avances tecnológicos más importantes como los son las Tecnologías de Información y Comunicación TICs.
En este orden de ideas, una vez que este capital humano se encuentra formado, estará en capacidad de brindar sus conocimientos a futuras generaciones, en este caso, el docente una vez que ha sido formado en este tipo de innovación tecnológica, la cual va a permitirle proporcionar experiencias significativas, adecuando los aprendizajes a las necesidades de los alumnos.
No obstante, aún en algunas instituciones se encuentran docentes que muestran resistencia para su autoformación incorporándose hacia el uso de las TICs en la praxis pedagógica del aula, como una alternativa para adecuar los contenidos del Currículo Básico Nacional, garantizando con ello el aprendizaje significativo de los alumnos. Así mismo, con la elaboración del presente trabajo de investigación se plantea identificar el rol del docente enfocado hacia su formación permanente y el proceso de planificación de estrategias pedagógicas en el uso d elas TICs, como el worl Wide, encartas, weblook, caza de tesoros y webquest.
De esta manera, al establecer la relación entre el uso de las TICs, con la praxis pedagógica del docente, la cual generará unos resultados donde se evidenciarán conclusiones acerca de la situación en las instituciones objeto de Studio y entonces se generarán las recomendaciones parta mejorarlas.
EDWARD ORTIZ