miércoles, 31 de agosto de 2011

El Enfoque Lúdico, como elemento mediador de conflictos escolares

La violencia en las escuelas, vecindarios y comunidades ha llegado a un nivel alarmante en las últimas décadas. Las nociones de responsabilidad personal y del bien común han sido superadas por la ruidosa afirmación de los derechos individuales, los ataques físicos y los recursos legales punitivos. Los juzgados están repletos de demandas, los procedimientos legales y formales, que  se han demostrado incapaces de responder a la cantidad de casos acumulados o de aportar soluciones pacificas duraderas. En este mundo que vivimos es necesario comprender que ni la escuela, ni la familia son islas y que ambas están impregnadas por principios y valores que se manifiestan y promueven en el sistema social macro.
Al mismo tiempo, la tendencia a confrontar y competir, suponiendo que estas metodologías dan posibilidades de crecer ganando, mientras otros pierden,  son condicionantes cotidianos de las acciones de deshumanización que vivimos. Por eso, la misión fundamental de la escuela, es ayudar a revisar estos valores enseñando modalidades de relación y herramientas de comunicación diferentes, que ayuden a interactuar incorporando a los otros como pares constructivos, promoviendo la cooperación como condición de crecimiento.
Ahora bien,  este mensaje es llevado por los alumnos a sus casas a través de nuevos modos de actuar y de reaccionar cuando tienen problemas con otro. Una de las tareas es ayudar a aprender a escuchar, a comunicar los sentimientos, a aceptarlos sin cuestionarlos, para poder avanzar  en el intercambio de miradas, intereses, posiciones, posturas. Esto es tarea cotidiana de niños, jóvenes, adultos que a su vez implica aceptar cada una de las  limitaciones y fortalezas.
Al respecto con estos parámetros y con una visión focalizada en el juego como elemento mediador en la resolución de conflictos dentro de ambiente escolares, se puede destacar que a través del enfoque lúdico se aprende a respetar las normas establecidas, a comunicarse con el otro de forma asertiva, se vive la libertad, existe la sintonía; la lúdica, es una dimensión del continuo humano que fomenta el desarrollo psicosocial, la adquisición de saberes, la conformación de la personalidad, es decir encierra una gama de actividades donde se cruza el placer, el goce, la actividad creativa, la convivencia humana y el conocimiento. Según Jiménez (2002):
    “La lúdica es más bien una condición, una predisposición del ser frente a la vida, frente a la cotidianidad. Es una forma de estar en la vida y de relacionarse con ella en esos espacios cotidianos en que se produce disfrute, goce, acompañado de la distensión que producen actividades simbólicas e imaginarias con el juego. El  chiste, el sentido del humor, el arte y otra serie de actividades (sexo, baile, amor, afecto), que se produce cuando interactuamos con otros, sin más recompensa que la gratitud que producen dichos eventos”
            En lo esencial, la lúdica es una herramienta que puede utilizar el maestro para que el niño viva  la realidad cotidianidad de cada persona, es decir permite al niño a sentir placer de cada momento y valorar  lo que acontece  en el entorno,  percibiéndolo como acto de satisfacción física, espiritual o mental,  de esta manera se permite que cada niño viva espacios de felicidad y de comunión con par, tal como lo propone Stephen Covey  “De Adentro hacia fuera significa empezar por la persona; más fundamentalmente, empezar por la parte más interior de la persona: los paradigmas, el carácter y los motivos.
            De esta manera, cada docente debe desplegar en los juegos ese niño interno que lleva dentro, de tal manera que potencie los elementos espirituales, tales como: compresión, empatía, coherencia,  cariño, este enfoque permitirá la efectividad personal  e interpersonal, esto requiere que,  en vez de exigir comience   a dar; en vez de poner a jugar comience a jugar. Tal como lo expresa  Torres (2004) lo lúdico no se limita a la edad, tanto en su sentido recreativo como pedagógico. Lo importante es adaptarlo a las necesidades, intereses y propósitos del nivel educativo. En ese sentido el docente de educación  debe desarrollar la actividad lúdica como estrategias pedagógicas respondiendo satisfactoriamente a la formación integral del niño, niña y adolescentes.
 En las relaciones propiciadas por las actividades lúdicas, se puede destacar que existe una estrecha relación, con la educación Holística, debido que la misma establece que aprender es un concepto de connotación especial: aprender es un proceso que implica muchos niveles de la conciencia humana como el afectivo, físico, social, y espiritual rebasando por completo lo puramente cognitivo y memorístico, en tal sentido el juego busca el desarrollo de los aspectos antes mencionados, Para Motta (2004) la lúdica es un procedimiento pedagógico en sí mismo. La metodología lúdica existe antes de saber que el profesor la va a propiciar. La metodología lúdica genera espacios y tiempos lúdicos, provoca interacciones y situaciones lúdicas. La lúdica se caracteriza por ser un medio que resulta en la satisfacción personal a través del compartir con el otro.
En otras palabras, la enseñanza debe enriquecer y profundizar la relación de todos los educandos y actores del hecho educativo,  hacia la familia y miembros de la comunidad, hacia la comunidad global, hacia el planeta y hacia el cosmos. Estas ideas han sido expresadas elocuentemente y puestas en práctica por los grandes pioneros de la enseñanza, tales como Pestalozzi, Dewey, Montessori, Steiner y muchos otros. Tristemente, la enseñanza pasada no ha visto prioridad optima el  desarrollo humano, se puede destacar en la literatura histórica que deja en claro que los sistemas escolares se organizaron con el objeto de incrementar la productividad nacional , inculcando hábitos de obediencia, lealtad y disciplina; sin embargo la opinión de  Waichman (2000) es imprescindible la modernización del sistema educativo para considerar al estudiante como un ser integral, participativo, de manera tal que lo lúdico deje de ser exclusivo del tiempo de ocio y se incorpore al tiempo efectivo de y para el trabajo escolar.
En síntesis, el juego  es un elemento que ha estado presente en la vida de todos los seres humanos; sus expresiones, características, acciones, canciones (letras), varían de acuerdo a las condiciones sociales y geográficas en las que nos ha tocado vivir a todos y a todas; quién no jugó bajo la lluvia, embarró sus zapatos, su ropa; quién no se encontró con amigos o amigas a correr y a saltar; lo lúdico  permite a niños y niñas encuentros: expresados en nuevos amigos, amigas; que ayuda a ampliar la  visión del mundo, del espacio que rodeaba o rodea;  desavenencias que permitieron reconocer a otros y otras en escena, para hacer la vida común; con diferentes y no con iguales; ello obliga a construir acuerdos para que el juego fuese posible en la pluralidad. En estas divergencias, se aprende a “perder” o mejor a tolerar la frustración, que se constituye en un asunto muy importante para nuestra madurez; esto nos puso en un mundo común, en donde existen otros y otras con intereses, con capacidades y con conflictos que pueden ser  incorporados para vivir en sociedad, desde la infancia misma.
En todo caso, la escuela sigue  concurriendo en un  divorcio escandaloso entre educación y juego, entre educación y placer, entre educación y lúdica, entre educación y afecto.  Este divorcio, se reconoce, en la medida en que las instituciones educativas siguen siendo expulsoras de los y las estudiantes del sistema formal, debido a sus cánones rígidos y que no consultan la realidad de los estudiantes, sus gustos y aspiraciones, olvidando a ese ser humano que ríe, llora, vive y sueña

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